PRIMER PREGÓN DE SEMANA SANTA DE COFRADIA DE LA PRECIOSA SANGRE






PREGÓN DE SEMANA SANTA 2011


(Barrio de la Fortuna, Leganés.

18:00 horas del 20 de marzo de 2011)



“Por la Sangre hacia la Luz”



José Antonio Serrano Cattoni

Capataz de la Cofradía de la Preciosa Sangre



Me presento ante vosotros como vuestro hermano, amigo y compañero para pronunciar este Pregón de nuestra Semana Santa, en este año de gracia de 2011.

He tenido la suerte y la dicha ser amablemente invitado por la Ilustre Junta de Gobierno de la Hermandad y Cofradía de La preciosa Sangre, en concreto por mis queridos amigos Juanjo y Fernando, Tesorero y Hermano Mayor respectivamente de Nuestra querida Cofradía. También quiero agradecer al resto de la junta de hermandad su apoyo, a Carlos y a Antonia.

Aquí me encuentro ante vosotros, en esta nuestra Parroquia, nuestro Templo, el de San Fortunato, en el cual tenemos el gusto de recibir predicado, enseñanza y ejemplo cristiano a través del Reverendo Párroco

D. Antonio.

Antes de comenzar quiero dar gracias a nuestro señor, representado por la Advocación del Cristo de la Preciosa Sangre y a nuestra señora, por la Advocación de la Virgen de los Dolores.

También les quiero dar las gracias a todos ustedes, queridos hermanos de nuestra cofradía y a todos los presentes, por estar en este:



“PRIMER PREGÓN DE SEMANA SANTA DE LA COFRADÍA DE LA PRECIOSA SANGRE”



Viene a mi memoria el día en que me propusieron pregonar. Pregonar es “decir algo en voz alta para conocimiento de todos”. Esto lo expreso y siento desde la inmensa alegría y respeto que tengo hacia esta hermandad.

“Hoy alzo mi voz para anunciaros la Gran Noticia, siempre buena y siempre nueva: la celebración de la Semana Santa. Días sagrados en los que conmemoramos los misterios de nuestra salvación, realizada por Cristo, a través de su Preciosa Sangre, los cuales representan los últimos días de su vida, comenzando por su Entrada en la Ciudad Santa de Jerusalén el domingo de Ramos y terminando con su Resurrección gloriosa el domingo de Pascua.

Semana Santa: fenómeno religioso, social, cultural en el cual se condensa la celebración del “Misterio Pascual”, primero, de una manera litúrgica en las iglesias y en los templos, y, después, de una manera figurativa y plástica en las calles y plazas.

Arte e imaginería; literatura y música; costumbres y ritos... se dan cita como en un certamen para ensalzar el misterio pascual de Cristo y su preciosa sangre, al que se asocia su Madre Santísima.

Es como una sinfonía teológica con variaciones sobre el mismo tema: la Pascua, el paso de la muerte a la vida. El mejor regalo que nos pudo derramar con su sangre, nuestro señor Jesucristo.

Durante la Semana Santa, en la tarde-noche del viernes previo al domingo de resurrección nuestro barrio de la Fortuna, participa en la celebración litúrgica de los misterios que nos dieron nueva vida y es protagonista de una manifestación de religiosidad popular, que se rescata de la tradición y de la historia.





La procesión penitencial del Viacrucis de Semana Santa en el Barrio de la Fortuna ha tenido una corta historia, aunque si cargada de tradición. Se remontan a finales del siglo XX, cuando la Cofradía del Cristo de la Preciosa Sangre iniciaba los desfiles procesionales.

Esta Cofradía ha sobrevivido hasta nuestros días tras renovados esfuerzos por adaptarse a las costumbres y tradiciones actuales. Dando paso a una procesión bella, pero humilde. Preciosista en su sencillez, pero cargada de cariño y amor de dios hacia este pequeño barrio obrero de Madrid.

Hace muy pocos años, casi ayer, tomó el relevo la actual Junta de Gobierno de la Cofradía de la Preciosa Sangre, luchando con gran esfuerzo y caridad cristiana para conseguir renacer a esta humilde y preciosa hermandad. Han sido años de desencuentros y de acuerdos, de diferencias y armonía. Pero creo, mejor dicho, estoy seguro que el resultado es visto desde arriba con gran alegría y confianza hacia el futuro.

Esta convirtiéndose en una moderna y actual Cofradía que, se está adaptando a los tiempos que estamos viviendo. Por esa grandeza, por su amor, por su sencillez, por todo lo que representa para esta humilde parroquia, por todo ello: les animo, les exhorto a prestar su apoyo, su amor, su trabajo y esfuerzo desinteresado, para conseguir que este gran proyecto, sea reconocido por todo Madrid.

He aquí la secuencia de sus nombres: El Cristo, la preciosidad de la sangre derramada por todos nosotros; la virgen, madre de todos los oyentes y de los no presentes en cuerpo, pero si en alma. Un recuerdo para tantos hermanos que han luchado, cada cual a su manera, por defender, por ensalzar el nombre de nuestro redentor. Un intenso abrazo para todos ellos, y ellas. Sintamos su fuerza, y su empuje, su caricia y su precioso amor hacia esta cofradía y hacia cada uno de sus hermanos presentes y futuros.

Para ellos un suspiro, y un anhelo, diciéndoles: que sepáis que vamos a luchar para que todo sea cada día, cada mes, cada año y en definitiva, cada semana santa un mucho mejor.





La Cofradía con su hábito y emblemas, sus insignias y estandartes, sus Imágenes, sus tronos desfilan por las calles y plazas de nuestro barrio de la Fortuna a lomos de nuestros y nuestras jóvenes, portando el orgullo de ser de aquí, de haber nacido en estos lares, de haber venido a este precioso lugar.

Todos a una, cada cual cumpliendo su cometido, poniendo su granito de arena vamos realizando una verdadera catequesis plástica y una representación de la Pasión y Muerte de nuestro señor del universo, el Cristo de la Preciosa sangre.

La fe, cuando es viva y vigorosa, es capaz de crear cultura, arte y belleza. Armonía, compañerismo y hermandad entre todos y todas, dando igual su procedencia o raza. Es el fenómeno de la fusión y mezcla de todos con el todo, la inculturación y encarnación de la fe.

“La síntesis entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe… Una fe que no se hace cultura, que no se mantiene en su tradición, que no se renueva y no va con los tiempos que corren, es una fe que poco a poco va decayendo hasta llegar al desaliento, a la desaparición.



Señores y Señoras, ya se oyen los sones, las cornetas, los tambores, el pueblo se lanza a la calle para ver, para rendir homenaje a nuestro señor Jesucristo, que derramó su sangre para el bien de toda la humanidad.

Los aromas a flores, el olor a incienso, el tiempo de la primavera refulge y llena nuestros pulmones de todo tu ser divino, de tu preciosa sangre, de tu energía, de tu luz.



El perfume de las velas embriaga a toda persona que se cruza en nuestro, en tu camino, ¡señora, dulce señora! Tus lágrimas, corren por tus mejillas, al igual que la cera de los cirios, derramándose por tu hijo, por todos nosotros. El corazón clama por la preciosa sangre de cada uno de nosotros.

Gracias, señora, por todo el amor con el que impregnas nuestras calles, las de este precioso, barrio de la Fortuna.

La piel se me eriza, el pelo se me enerva, recordando el sufrimiento de nuestros costaleros y costaleras. Su esfuerzo, su tesón, su empuje. Es la cofradía de la Preciosa Sangre que está en la calle, pregonando por los cuatros vientos, la Pasión de Cristo y de su Preciosa Sangre.



La telas de los hermanos de la luz, luminarias que sirven de quía a los creyentes, llevando en su pecho el amor de color negro como la noche oscura y el rojo sanguinolento de la fuerza y energía de la preciosa sangre que nos da vida. Sus pies van rozando, poco a poco las calles de Leganés. Y van llenando de luz y guía, desde el amor, las calles y callejuelas de esta ciudad.



Permitidme que, centre mi Pregón en la SANGRE: Ese Liquido elemento, precioso y lleno de vida que nos corre por las venas, que nos hace a todos tan iguales y a la vez tan Únicos y Singulares.

La Sangre exaltada y transfigurada. Por la Sangre a la Luz.

La auténtica Semana Santa es la de la Sangre, que se alza como la gran señal del Dios del cielo, como el único camino del Hijo de Hombre y como reto desafiante para los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Nada hay más grande sobre la tierra que la Sangre que purifica y salva.

Nada acoge y abraza como la sensación de vivir al correr la sangre por nuestras venas.

Nada perdona y ama como el amor que nace desde la sangre que se derrama en la cruz para el bien de todos.

Y es que como escribía y cantaba Santa Teresa de Jesús en sus escritos sobre el Cristo llagado:

“abracemos bien la cruz/ y sigamos a Jesús/ que es nuestro camino y luz”, pues “en la cruz está la vida y el consuelo/ y ella sola es el camino para el cielo”.

La sangre de Cristo esta en cualquier altar precioso; árbol florido; madero del que brota la sangre de la vida; el cáliz donde el ser humano vuelve a ser libre;

Liquido que rebosa en el lago del jardín del Hijo del Padre; columna elegida; lámpara del universo; luz de las estrellas; muro indestructible; puerta del paraíso; auxilio de los pecadores;



Hermanos, la SANGRE está ya transfigurada. Es también Pascua.

“Cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32).

“Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. En verdad, os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda infecundo. Pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 2324).

Y es que “el que se humilla será exaltado” (Lc 14, 11).

Al alba del tercer día, la cruz reventó en vida y en resurrección. El amor, nacido desde la preciosa sangre, podía quedar estéril. El amor nunca es infecundo. El amor es siempre vida. La sangre de cristo es la luz.

Y la sangre derramada floreció hasta la eternidad.

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?. No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 5-6).

La Resurrección es el misterio que lo resume todo, la luz que lo ilumina todo, el aroma que lo perfuma todo, la seguridad que lo invade todo.

“Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe...”

Pero no, Cristo ha resucitado, y Él es la primicia de quienes duermen el sueño de la muerte” (cfr. I Cor 15, 17-20).

Nada podrá ya con nosotros, nada podrá ya apartarnos del Amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús: ni la espada, ni el hambre, ni la sed, ni la desnudez, ni el peligro, ni la persecución, ni la enfermedad, ni la muerte (cfr. Rom 8, 37-39).

En todo vencemos por Aquel que nos ha amado y ha dado su preciosa sangre por nosotros para hacerse sangre redentora, sangre florecida, sangre transfigurada, pascua sin ocaso, humanidad nueva y definitiva, aurora de eternidad.

Y ahora, mientras nos disponemos a entrar en los días grandes y misteriosos de la Semana Santa, miremos al Cristo de la cruz en su Preciosa Sangre y a la luz que desprende para decirle un poema de Gabriela Mistral:



“En esta tarde, Cristo del Calvario,

vine a rogarte por mi carne enferma;

pero, al verte, mis ojos van y vienen

de mi cuerpo a tu cuerpo con vergüenza.



¿Cómo quejarme de mis pies cansados,

cuando veo los tuyos destrozados?

¿Cómo mostrarte mis manos vacías,

cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte mi soledad,

cuando en la cruz alzado y solo estás?

¿Cómo explicarte que no tengo amor,

cuando tienes rasgado el corazón?











Ahora ya no me acuerdo de nada,

huyeron de mí todas mis dolencias.

El ímpetu del ruego que traía

se me ahoga en la boca pedigüeña.



Y sólo pido no pedirte nada.

Estar aquí junto a tu imagen muerta

e ir aprendiendo que el dolor es sólo

la llave santa de tu santa puerta”



Casi llegando al final de estas líneas les invito a volver la mirada contemplativa y el corazón a la Virgen María, nuestra Madre, la Virgen de los Dolores que sufre con su Hijo, el de la Preciosa Sangre.

Es el momento de volar con las letras y estrofas del poeta D. Gerardo Diego en su ofrenda como introducción a su célebre Vía Crucis y que ha pasado al himnario de la Liturgia de las Horas de la Iglesia:



“Dame tu mano, María,

la de las tocas moradas;

clávame tus siete espadas

en esta carne baldía.

Quiero ir contigo en la impía

tarde negra y amarilla.





Aquí en mi torpe mejilla,

quiero ver si se retrata

esa lividez de plata,

esa lágrima que brilla.

¿Dónde está ya el mediodía

luminoso en que Gabriel,

desde el marco del dintel,

te saludó: “Ave, María”?

Virgen ya de la agonía,

tu Hijo es el que cruza ahí.

Déjame hacer junto a ti

ese augusto itinerario.

Para ir al monte Calvario,

cítame en Getsemaní.

A ti, doncella graciosa,

hoy maestra de dolores,

playa de los pecadores,

nido en que el alma reposa,

a ti, ofrezco, pulcra rosa,

las jornadas de esta vía.

A ti, Madre, a quien quería

cumplir mi humilde promesa.

A ti, celestial princesa,

Virgen sagrada María.



Virgen María, nos unimos a tu dolor:“Oh dulce fuente de amor,/ hazme sentir tu dolor/ para que llore contigo./

Y que, por mi Cristo amado, / mi corazón abrasado/ más

viva en él que conmigo”



Virgen María, nos unimos, sobre todo, a tu alegría: “Alégrate, Madre de la luz, porque Cristo, el Sol de Justicia, ha vencido las tinieblas del pecado e ilumina el mundo entero”.

“Reina del cielo, alégrate, porque el Señor a quien has merecido llevar en tu seno, ha resucitado”.



Hermanos de la Preciosa Sangre, de esta preciosa parroquia, os deseo de todo corazón:



¡FELIZ SEMANA SANTA!

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

¡QUE ASÍ SEA!



José Antonio Serrano Cattoni,

Capataz de la Cofradía de la Preciosa Sangre



En Leganés, a 20 de Marzo del año de Dios de 2011.



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